martes, 12 de agosto de 2008

El Extraño... (Golpe de suerte)



Por fin me encontraba fuera de aquél tren que me trajo hasta este nuevo y desconocido lugar, nuevo y a la vez tan parecido a los otros, no había fuegos artificiales anunciando mi llegada, la chica rubia de curvas pronunciadas con un ramo de rosas en las manos no corrió a abrazarme y besarme, el alcalde de la ciudad no me estrechaba la mano... quizá todos estaban ocupados, algún autobús cargado con dinamita debe haber estallado cerca de un orfanato y llamó la atención de todos. -A veces desearía saber lo que se siente PERTENECER.


Abrumado con la gran cantidad de regalos recibidos comencé mi marcha por aquellas húmedas calles en las que la lluvia comenzaba a caer de nuevo en forma de una suave y refrescante brisa nocturna que mi cara disfrutaba como si se tratase de un tratamiento facial. Algunas personas se apresuraban preocupados por la tormenta que no tardaba en llegar - Tormenta, fue en una tormenta donde toda mi travesía comenzó hace casi ya cinco años en la ciudad que me vio crecer y en la que nació lo que soy ahora, ella... qué será de ella ahora...


De vuelta a la realidad, las calles eran grises, todo para mí parecía una película en blanco y negro, todo era como si se tratara una historieta de detective donde la ausencia de colores vuelve más interesante el entorno al espectador - Desafortunadamente no a mí - todo aquello me parecía tan seco, tan distante, cada persona, cada emoción que reflejaban sus rostros, casi todos ellos fingidos...


Así mantuve mi marcha por aquella ciudad, girando sin sentido, guiado por el instinto de un cazador al perseguir su presa, el único inconveniente es que no sé que es lo que estoy cazando, ni siquiera es temporada de patos, y siendo más sincero, soy demasiado sensible con los animales, alguien en el pasado me enseñó a amar la naturaleza y ahora es parte de mis reglas. Realmente preferiría asesinar a un ser humano antes que a cualquier criatura de otra especie.


Pero. ¿Qué estoy buscando realmente? No me siento con ganas de asesinar a nadie y justo en este momento la única persona que me desagrada soy yo mismo y no estoy muy atraído por la idea del suicidio por ahora.


Aún cuando mis sentimientos estén casi totalmente ausentes la mayoría del tiempo, mi cuerpo aún es humano y después de la larga caminata con miles de ideas en mi cabeza, mi cerebro exigía un descanso, era momento de buscar un hotel donde pasar la noche.


HOTEL PARAÍSO.


Aquél letrero luminoso me convenció, después de todo ¿A quién no le gustaría pasar una noche en el paraíso?


Atravesé aquellas puertas de cristal con letreros de "empuje" en ella, adentro el lugar no parecía un verdadero paraíso, realmente era desalentador, me sentí un poco... engañado.


-Pase joven. ¿Desea una habitación?
-Sí por favor.
-Para cuantas personas.
Aquello era la pregunta más estúpida que había escuchado en los últimos días. ¿Acaso iba a ocupar otra cama solo para mi conciencia?
-Habitación doble por favor.


Con una expresión dejé caer mi pequeña maleta negra al suelo mientras observaba a aquella mujer hermosa de piel blanca, cabello oscuro y figura espectacular dentro de un vestido rojo -por fin algo con color.


-Habitación 58 señor, son 350 pesos.
-Sí, aquí tiene.
-Me adelantaré al cuarto Cariño.


Después de pagar la habitación por adelantado me dirige al cuarto con el número 58 en la puerta, misma que ya estaba entreabierta tomé el valor suficiente para entrar aún nervioso por la idea de una mujer invadiendo mi espacio personal, algo que yo mismo me había prohibido por seguridad nacional.


-Bienvenido...

(Continuará)